Dos amigos, ambos sacerdotes misioneros, trabajan en dos parroquias situadas en lugares extraordinarios del altiplano boliviano.

El Padre Leonardo Giannelli era párroco en Santiago de Huata. Ingeniero, educador y teólogo refinado, tiene además una gran pasión por los motores y la navegación.
El Padre Antonio Zavatarelli, conocido por todos como Topio, es párroco en Peñas. Apasionado del alpinismo y el esquí de travesía.

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Unidos por una amistad sincera y una visión compartida, ambos misioneros observan con preocupación el fenómeno de la migración juvenil: muchos jóvenes abandonan la vida sencilla de las comunidades rurales y campesinas en busca de un futuro en las grandes ciudades de Bolivia, Brasil, Argentina o incluso Europa.

Ante las preguntas:
“¿Qué podemos hacer por los jóvenes para que puedan quedarse a vivir donde nacieron? ¿Y cómo podemos hacer crecer, junto a ellos, nuestras comunidades parroquiales?”

La respuesta nace de la belleza que los rodea: las orillas del lago Titicaca, las imponentes cumbres de la Cordillera Real, la riqueza del folclore boliviano y la fuerza de tantos amigos que comparten un sueño común: ofrecer a los jóvenes una oportunidad concreta, un trabajo digno, una esperanza.

Así comienza un gran proyecto de desarrollo turístico, que crece día tras día, paso a paso, con el corazón arraigado en la tierra y la mirada puesta en el futuro.